La primera cosa que debo perder es mi propia arrogancia. No seré victorioso si soy arrogante en frente de los demás, si no percibo lo cuan grandiosos ellos son. Esta es la mayor pérdida. Es una pérdida que genera dolor pero que, al final, resulta maravillosa.
"Al perder la arrogancia, más personas sonreirán, más personas abrirán sus brazos hacia mí y más personas me felicitarán porque soy el más victorioso de todos".
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